La adopción de menores
por parte de parejas del mismo sexo es un tema de debate, ya no ante la ley,
pero sí en diversos ámbitos que se ocupan de velar por la integridad de los
niños y niñas susceptibles de ser adoptados.
Si
bien existen registros científicos, la evidencia sobre las posibles
dificultades o diferencias en el desarrollo de los niños criados en familias de
padres homosexuales frente a los niños que se desarrollan en familias de
padres heterosexuales, no es una certeza, mucho menos un dictamen.
México registra una cifra del 62% de niños y niñas que sufren maltrato infantil,
según datos obtenidos desde UNICEF; a su vez, las estadísticas muestran que un
16,6% registra violencia emocional, mientras que un 5,5% han sido víctimas de
violencia sexual. Esta información se obtiene en base a la recopilación de
datos obtenidos sobre la situación de menores de edad que crecen dentro de
grupos familiares estructurados por padres heterosexuales. Frente a este tipo de
situaciones, la justicia mexicana anula la tenencia de los padres, quedando estos
menores en muchos de los casos a la espera de un nuevo hogar.
Teniendo
en cuenta la realidad social, psicológica, cultural y el debate bioético que ronda
frente a la adopción de parejas homosexuales, es oportuno detenerse a pensar
sobre lo perjudicial que pueden ser en numerosas ocasiones los padres
heterosexuales.
¿Es
preferible que un niño crezca golpeado por padres heterosexuales, a que crezca
sin golpes con padres homosexuales?
¿Es
más aprobable el entorno de una familia “común” que normaliza la violencia
sexual, a crecer sin violencia y con padres del mismo sexo?
¿Es preferible someter a un niño a crecer con
violencia, pero con padres “normales”, a darle la posibilidad de ser amado por
dos hombres o dos mujeres?
¿Cuál es el verdadero prejuicio que nos domina
como sociedad?
La
respuesta al debate es muy sencilla: todo niño y niña tiene derecho a
desarrollarse en un ambiente sano, sin violencia, con educación, contención, mucho
amor y respeto. La sexualidad de los responsables de que esto ocurra es un
detalle menor.