México es uno de los
países latinoamericanos, que legalizó la adopción de menores por parte de
parejas homosexuales. Ante la ley este acontecimiento recibe una mirada positiva,
no así ante otras instituciones.
La
adopción de niñ@s por parte de parejas homosexuales cobró vigencia en
México el 18 de Agosto del año 2010 ante el Supremo Tribunal, el cual aprobó el derecho de la adopción de menores
por parte de parejas del mismo sexo, dentro del Distrito Federal. Este
acontecimiento abrió numerosos frentes de discusión a favor y en contra, de la
misma manera que impulsó investigaciones vinculadas al estudio del bienestar de los
menores que crecen en estos nuevos senos familiares.
A
raíz de los debates mundiales que rondan sobre la adopción de menores por parte
de parejas homosexuales, el sociólogo estadounidense Paul Sullins, integrante del Departamento de Sociología de la
Universidad Católica de América - EE UU, dio a conocer en la Revista Británica
de Educación, Sociedad y Ciencias del Comportamiento, un estudio realizado
sobre 512 niños adoptados por parejas homosexuales y 512 niños hijos de padres biológicos.
Esta línea de investigación abrió una importante brecha ante los cuestionamientos
que se hace la bioética frente a los nuevos sucesos que trae consigo el siglo XXI,
ya que el sociólogo afirma que “los
problemas emocionales tienen dos veces más prevalencia en los hijos de padres
del mismo sexo que en los que tienen padres de sexos opuestos”.
La
controversia bioética se gesta ante la indiscutible legitimidad de los
resultados, ya que este proyecto es el que ha obtenido un mayor caudal de datos
sobre el tema de estudio, en el mundo. Dentro de los resultados se afirma que
existen doce índices de problemas emocionales y de desarrollo, manifestados en
los niños adoptados por homosexuales. Dentro de estas dificultades se menciona:
Depresión
Problemas
de preocupación
Inconvenientes
en la sociabilización y
Déficit
de Atención, entre otros.
Existe
entonces un real planteo bioético, ya que según declaraciones hechas por Sullins, “La
paternidad biológica marca de modo único y poderoso la diferencia entre los
resultados de los chicos con padres de sexo opuesto y aquellos de familias
homoparentales (...) La mayoría de los chicos en la mayoría de
las familias alcanzan un nivel de funcionamiento psicosocial que no se
caracteriza por serios problemas emocionales”.
Aquí es donde surgen los interrogantes sobre ¿Qué tan
beneficioso es para el niño crecer con padres homosexuales? ¿Cuáles son las
probabilidades de que crezca con tendencias homosexuales? ¿Es esto bueno para
su integridad? Y un sinfín de preguntas que solo se responderán en un futuro,
cuando estas generaciones se establezcan como personas adultas.